La industria aeronáutica Argentina ha puesto sus esperanzas de futuro en el desarrollo y fabricación de drones. Una vez superados los desarrollos tecnológicos de los sistemas de aeronaves no tripuladas Lipán y P35, cuya producción comenzará este mismo año, el Gobierno de Argentina ha puesto la mirada en los drones de segunda y tercera generación por su capacidad para potenciar la industria aeronáutica nacional.
En declaraciones a la agencia Télam, el secretario de Ciencia, Tecnología y Producción para la Defensa, Santiago Rodríguez, aseguró: “Hoy, el desarrollo de drones es una herramienta de fortalecimiento de la industria aeronáutica”. Rodríguez explicó que "el desarrollo de drones no sólo es útil en sí mismo para cada una de las aplicaciones que se le quiera dar a los Vehículos Aéreos No Tripulados (VANT) que se fabrican, sino que además permite integrar en un mismo proyecto, y a la vez profundizar en otros conocimientos estratégicos cómo las telecomunicaciones, el procesamiento de datos, los sistemas de navegación y autoguiado, sensores, materiales compuestos, plantas motrices o diseño aeronáutico".
Un producto nacional
Según Rodríguez, los drones de las clases 2 y 3 que se construirán en el marco del Sistema Aéreo Robótico Argentino (SARA), desarrollado en conjunto con la empresa estatal rionegrina INVAP, “van a integrar conocimientos y capacidades desarrollados por diferentes organismos estatales, cómo el Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa (Citedef), elInstituto Universitario Aeronáutico, las direcciones de Investigación y Desarrollo de cada una de las Fuerzas Armadas, FADeA y Fabricaciones Militares, entre otros”.
Es de recordar que el proyecto SARA es, por sí mismo, un acicate importante para el sector aeronáutico, ya que aglutina proyectos como el Sistema de Adquisición y Diseminación de Imágenes (SADI) de INVAP, que ya funciona en helicópteros de la Gendarmería Nacional, o el autopiloto ATENEA, diseñado por la Armada Argentina.
Las tareas que tendrán que acometer los drones de segunda y tercera generación serán las de complementar a los radares instalados en tierra y a aquellos que controlan la franja marina hasta las 200 millas náuticas. El objetivo último es proteger los recursos naturales del país.
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