El EC-725 de la Fuerza Aérea de México derribado el pasado 1 de mayo en Jalisco recibió el impacto de una granada propulsada por cohete o RPG (Rocket-Propelled Grenade). Es la primera vez que en México un helicóptero de este tipo es derribado por este procedimiento, el impacto y posterior incendio del aparato provocó la muerte de seis militares. Así lo confirmó ayer el Comisionado Nacional de Seguridad de México, Monte Alejandro Rubido, durante una intervención en el canal de televisión mexicana Televisa, quien precisó que “ese armamento muestra la capacidad de fuego muy significativa de la organización”, ya que hasta ahora se creía que el helicóptero había recibido fuego de armas automáticas antes de caer a tierra y desatarse un incendio.
La aeronave fue atacada por miembros del cartel Jalisco Nueva Generación. El RPG, de origen soviético, es una familia de desarrollos que ha sido exportada ampliamente a numerosos países de Europa, Asia y Oriente Medio. Alrededor de cuarenta ejércitos lo utilizan y se ha convertido, además, en un arma muy popular entre fuerzas irregulares, guerrillas y organizaciones terroristas justamente porque suman prestaciones, pueden adquirirse a un precio ajustado y circulan profusamente en el mercado negro de armas. Sobre la base de los RPG-2, que aún siguen en uso, se puso a punto el RPG-7 a principios de los años sesenta del siglo pasado, copiándolo los chinos en lo que se conoce como Tipo 69. Todos ellos, y otros como los Al-Nassira nacidos en Iraq o versiones propias surgidas en lugares tan diferentes como Paquistán o Egipto, tienen en común un tubo rígido, que mide poco menos de 1 m. e incorpora en su parte inferior delantera el módulo de disparo y en la superior central un elemento de puntería. Antes de su utilización, se sitúa una granada en su parte frontal y se dispara ésta hacia el objetivo, volviéndolo a recargar en sólo medio minuto para poder realizar un nuevo disparo.
Lo que ofrece es sencillez, robustez y una capacidad ampliamente probada. Sus granadas, que tienen potencial para batir objetivos fijos localizados a 500 m. metros de la posición propia y de unos 300 si se mueven, han ido evolucionando de forma que las cabezas de combate incluyen ahora otras de mayor diámetro y algunas con disposición en tandem, para lograr mayores efectos allá donde impacten. De todas formas, a tenor de lo visto en las imágenes de los conflictos de los últimos años, las que más se usan son las clásicas de 73 mm. de diámetro, que se mueven a 140 m/seg. y generan capacidad suficiente para enfrentarse a vehículos ligeros y medios someramente blindados, apareciendo últimamente rejillas en la parte exterior de estos últimos para intentar frenar sus efectos.
Fuente: Defensa.com
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